Divisiones, guerras, hambre, violencia, delincuencia, fraude y un sin número más, de -asfixiantes sinsabores- son las secuelas que produce a su paso, el enzalsado y venerado "Don Dinero" y su burocrática regencia. Pero, aún así, la humanidad no cesa de alabar y besar las mejillas de ese -insinuante y pervertido- adulador. Es hora de cambiar el blanco y dirigir los tantos disparos alegatorios hacia "Don Dinero", ya que -si el susodicho no existiera- no hubiera programación alguna que llevara a cabo el suplicio acaesido entre los hombres, donde -el teatro de la mentira- tiene mayor audencia que el escenario de la verdad. Al fin y al cabo, lo único que sostiene la vida de todo por lo cual se trabaja (para ganar dinero) son los alimentos y, éstos, los provee nuestra madre tierra; el resto, pasa a ser un cúmulo excesivo de chatarra qué, de continuar con esa desmedida compulsión, dejaremos estéril la progenitora de la vida y -TODOS- pasaremos a formar parte de esas imágenes con benditos y dichosos seres que representan -el hambre y la miseria-; y digo -benditos y dichosos- porque el corazón de ellos solo aspira el consumo de lo que produce la tierra y no la perecedera chatarra que rinde esa desmedida y degenerada ambición al dinero, que nos mantiene esclavos tras los barrotes de nuestra propia inconsciencia...
©®Ivette M. Quiles Silva
con cariño... Campesina, Brillamor
Todos los derechos reservados
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¡Oh, miseria humana, a cuántas cosas te sometes por el dinero!. (Leonardo Da Vinci- 1452-1519- arquitecto, escultor, pintor, inventor e ingeniero italiano)
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